Angelus Novus del Ciervo Encantado. Contra otra derrota

I

Cuando la condición obrera no es borrada, ninguneada o, en el mejor de los casos, naturalizada en todo su horror cotidiano, a manos de autócratas, demócratas, ciudadanistas y patriotas; entonces es sublimada y heroizada, a manos de los profesionales de la representación del izquierdismo progre. Dos de las maneras más comunes de banalizar el mal de la condición obrera, que implica la circunstancia de alquilar el tiempo de vida para comprar la sobrevivencia frente al naufragio cíclico del “fin de mes… fin del mundo”, como hicieron saber hace un par de años atrás a la Francia correcta y a todos los que quisieran saberlo, los proletarios anónimos de provincia, conocidos como los Chalecos Amarillos.

El régimen de “fin de mes… fin del mundo”, el trabajo bajo dominio salarial, no ha cesado de expandirse impenitente durante diez generaciones y ha dejado tras de sí un entramado industrial y una humanidad industrializada que ha convivido impoluta con esclavitud refrendada por leyes (entre nosotros hasta hace tan sólo cuatro generaciones), con trabajo esclavo sin legalidad en nombre de la aurora del comunismo luminoso, en nombre de la purificación de las razas superiores, en nombre del “Hombre Nuevo”, de la “Soberanía Nacional” y un largo etcétera… no ha habido tregua en esta caída libre de diez generaciones.

En este lapso de tiempo la humanidad obrera creó, en las noches proletarias y contra las horas de descanso, nuevas palabras y significaciones que trastocaron el simple dormir en soñar, ensanchando las posibilidades de entendimiento del mundo que había dado lugar a la condición obrera, y a la vez rehaciendo una parte de las quimeras erigidas con el ingenio poético del trabajo manual en las obras comunales de los gremios de oficios. Pero entre los gremios de oficios y los sindicatos había todo un mundo de por medio y una espiritualidad que había sido trastocada profundamente.

Con una eficacia surgida del espíritu industrial de donde nacía, cobró forma una voluntad, en parte también obrera, para regimentar, con intenciones de organizar, esa rica comunidad de experiencias y de lenguaje. La vastedad y la potencia del mundo de vida obrero se hizo visible ya no sólo para los que directamente lo venían explotando, sino que también se hizo palpable un filón de poder para quienes estuvieran dispuestos a la triste laboriosidad de representarlo, de hablar por esa comunidad desde el común-ismo, un ismo que como todos los de su tipo, terminó convirtiendo en una abstracción pasiva e hipertrofiada a la misma vibrante comunidad que decía representar.

II

Hoy cuando más extendido, naturalizado, deseado y opresivo se encuentra el trabajo bajo el régimen salarial, aquella vibrante comunidad obrera, el mundo de vida del trabajo ha desaparecido o es una realidad fantasmagórica que estalla en fragmentos. Muchos de esos fragmentos lo constituyen personas, verdaderos náufragos sobrevivientes entre los escombros, no sólo de fábricas e industrias, sino también escombros de palabras, argumentos y motivos para seguir viviendo una vida con sentido.

Esos náufragos deberán encontrar y aprender además de otro lenguaje que nombre la experiencia de su naufragio, otras formas de biomovilidad, otra biomecánica, otra teatralidad que trascienda las meras descripciones del viejo realismo en general y del realismo socialista en particular, ya prefiguradas por los más penetrantes creadores del siglo XX, que nacieron o cobraron conciencia de sí a partir del mundo de vida obrero, de los cuales Alexander Diego y Jonathan Formell se sienten herederos.

Todo ese aprendizaje y hallazgo de formas rescatadas del cataclismo ellos lo han puesto en la escena, partiendo de un operativo momento en el que el angelus se nos presenta con su boca abierta y desafiante, ante la expropiación del lenguaje propio que ha sufrido, para hacernos saber su descubrimiento terrible y alumbrador de que en las anteriores diez generaciones proletarias “el enemigo no ha dejado de vencer”, en una explosión comunicativa gutural de amplísimo registro sonoro, como si todas las capas de tiempo y vidas por él recorridas hasta llegar a nosotrxs se condensaran en su garganta.

Esta ardua comunicación se convierte en un leitmotiv, que sirve para re-crear teatralmente la capacidad que le adjudicó Walter Benjamin al ángel de la historia para situarse espantado pero lúcido ante el pasado, desde el torbellino del presente, lo cual transcurre en una escena de vacío luminoso, intercalado de sombras propiciatorias, que funcionan como una frontera entre la cadena de acontecimientos que conducen a las ruinas industriales de donde proviene el angelus y la contemplación del público, quien puede contribuir a la expansión de esas ruinas si considera a su propia conciencia parte de los escombros entre los que debe sobrevivir o una posibilidad para un obrar propio para no sucumbir impávidos ante la obsolescencia de lo humano.

III

La insignificancia y la pasividad que genera la derrota y el derrumbe del mundo de vida obrero que anuncia y encarna en la metáfora del angelus, incita a los gestores de Angelus Novus a formular una noción de “acción operística”, como un espacio mental donde hacer confluir de manera muy orgánica y única las nociones sobre el trabajo actoral de Vsevolod Meyerhold, las exploraciones de Antonin Artaud sobre las posibilidades corporales del cuerpo como productor de conceptos, de las cuales de manera crucial se sirve Alexander Diego, y las concepciones sobre música como instrumento de expansión de los sentidos de Karheinz Stockhausen, lo cual aprovecha a Jonathan Formell para hacer una contribución muy sustancial a Angelus Novus; donde la música no es un simple conjunto de sonidos que se integran a un relato, de por sí inexistente en Angelus, sino que la música llega a convertirse en generadora en sí misma de un potencial relato, que no se concreta sólo en la escena, sino en la disposición operística que se espera contagiar en las personas que contemplen la pieza, para recuperar y descolonizar la noción de ópera de las formas históricas eurocéntricas y clasicistas que la han petrificado.

Atentos e intuitivos frente a la inesperada y poco explorada riqueza del bagaje espiritual, ritual y teológico que se sintetizó, convivió o directamente produjo el mundo de vida obrero, también en la historia de Cuba, el Íreme de la fraternidad afrocubana Abakuá tiene presencia en Angelus Novus en una faceta que podría ir mucho más allá del espacio que le asignaron por ahora. La voluntad descolonizadora y de reencuentro con la historia profunda de Cuba de los gestores de Angelus Novus puede ser una garantía bastante segura de nuevas y explosivas síntesis. No existe otro espacio teatral en La Habana como El Ciervo Encantado para depositar estas esperanzas.

El Angelus Novus de El Ciervo Encantado no es sólo una representación teatral de un momento de iluminación de un filósofo judío no sionista y ex burgués como Walter Bendix Schonflies Benjamin –supuestamente exótico a nuestras realidades–, sobre la magnitud histórica de las derrotas colectivas que heredamos “los del fondo del caldero”, como solía definir Tato Quiñones, espíritu que ronda una parte de la concepción de esta pieza. El Angelus Novus de El Ciervo Encantado es una toma de conciencia de las posibilidades colaborativas en igualdad de condiciones entre varias generaciones de artistas cubanxs, sin las jerarquías opresivas que suelen presentarse en el medio artístico, una muestra del sabio magisterio no autoritario que han alcanzado Nelda y Mariela. Este Angelus Novus también es una muestra de que en medio de la hecatombe material que estamos viviendo en Cuba y contra el materialismo cientificista que blandieron los que ostentaron el monopolio de la representación del mundo de vida obrero, es importante tener claro que si no vives como piensas, terminarás pensando como vives. Porque esta obra es una victoria de la espiritualidad pensada, consciente no sólo de sus derechos frente a los autorizadores de la vida, sino también de los deberes frente a la vida misma y ese puede ser un útil antídoto contra otras derrotas. El ángel de la historia nos mira.

Mario Castillo Santana

Marcelo “Liberato” Salinas

Sur de La Habana, 14 de diciembre y 2023

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